
dijous, 8 de gener del 2009
Si tu hijo te pide un libro
Lolo Rico
"Kipling defendió siempre, sin duda, una determinada idea de la grandeza de Inglaterra; fue amigo de toda aquella gente rechazable que coincidía con la más refinada y displicente de la época, y colaboró como pudo en la extensión y consolidación del imperio; pero si Kim fuese una novela «imperialista», como pretende el conocido orientalista palestino Edward Said (para otras cosas tan agudo), habría dejado de leerse más o menos en 1956 (cuando de ese imperio no quedaban ni los escombros). Y, sin embargo, estoy segura de que se le leerá, pongamos, en el 2314, y entonces el colonialismo inglés en la India será tanto una anécdota (para ese ejercicio de «contextualización» que hace las delicias de los profesores de literatura menos inteligentes) como lo es ya para nosotros el «colonialismo» griego en el Mediterráneo cuando leemos el Ulises. Kim es, sobre todo, la gran novela de un estupendo novelista que tenía sus pequeñas ideas, como todos; cuando esas pequeñas ideas se sobreponían al fulgor del genio, el resultado era muy malo (el final de Capitanes intrépidos es un ejemplo); cuando el fulgor del genio eclipasba, como un relámpago, el falso brillo de esas minúsculas estupideces, le salían obras maestras."

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